Espero un nuevo día al ver el sol ocultarse tras el horizonte. Aunque se que la espera es en vano pues ese sol ya no regresará.
Fuiste para mi como la mañana, cada día una nueva esperanza. Aunque fuera en poco tiempo que esclavizaste mi razón.
Inspiración de mi poesía, fuiste y siempre serás.
Eterno susurro de las aves y canto de los vientos del norte. Una noche de invierno y estrellas del cielo. Eres belleza y parte de mi ideal.
Un sueño eterno; una bella pesadilla. Eres causa de millones de sentimientos que un alma no puede soportar. Una calamidad para el corazón y la razón, una dulce calamidad. Pero despertar, respirar, soñar y vivir sabiendo que nunca llegarás. No. Ahora, hasta pronto te dirá; Hasta pronto te diré.
Bella flor de primavera y estrella del invierno.
Hasta pronto.
martes, 25 de diciembre de 2012
martes, 4 de diciembre de 2012
Aquí
Amanecer una mañana de abril y sentir el frío de enero. Ese es el sentimiento que se crea al no tenerte más aquí. Beber café: negro y ardiente, para despertar; para salir de mi sueño perfecto. Volver a la realidad. Abrir los ojos a un ya no estás más aquí, pues aquí solamente queda un alma y el olvido. Aquí no queda más que el cajón vacío donde guardaba el recuerdo de ti.
viernes, 26 de octubre de 2012
Amor y soledad
Abrazar a la colmena de flores,
adherirme a tu bello cuerpo.
Sueño y soledad;
imaginación y tempestad.
Acariciar el camino;
que mi mano recorra tu piel
y tus sueños.
Sueño y tempestad;
imaginación y soledad.
Sueño porque en
la realidad el amor
por ti es imposible, y
de mi existencia no sabes;
Sueño porque eres un mundo perfecto.
Sueño porque en
la realidad el amor
por ti es imposible, y
de mi existencia no sabes;
Sueño porque eres un mundo perfecto.
Tempestad porque:
eres mar de emociones;
océano de expresiones.
Porque golpeas ante las barreras de mi;
ante las ilusiones de la fortaleza del alma.
Imaginación porque:
adherirme a tu cuerpo es deseo;
y tenerte a la par de las estrellas petición.
Porque el mundo del amor
es de la mente, solamente, una creación.
Soledad porque:
al terminar el ocaso solamente
la sombra del viajero me acompaña.
A lado del amor y el poeta solamente la brisa.
Al final del año; la soledad es
mi única amiga y compañera.
martes, 25 de septiembre de 2012
Sombrero mexicano
Recuerdo cuando nací en aquel pequeño
local en el centro de Tepatitlán en la bella Jalisco. Entre tantos primos,
hermanos, tíos y otros cuantos no familiares ya muy ancianos. Esperando
encontrar la vida de aventura, aquel destino de dos opciones: la charreada o
las serenatas. Algunos soñaban con aquella intensidad de la charreada, pero yo
era de aquellos pocos que preferían estar en una tranquila y amorosa serenata,
era un ser romántico me aventuraba noches y días buscando el amor que en un
momento encontré, pero ese es otro cuento pues no es lo suficientemente
importante para hablar de él en este texto. De pronto me distraje algunos
segundos y ya estaba en un ensayo de mariachi escuchando aquella canción tan
famosa, pero que pocos conocen su letra completa. El son de la bella melodía de
“Cielito lindo”. Era aquel sueño
cumplido de llevar serenata de balcón a un sin fin de mujeres bonitos, como
todas en Jalisco. De pronto mi dueño, un renombrado mariachi del cual no
recuerdo su nombre, se mudó al norte de México al mero mero Monterrey, Nuevo
León. Al principio las serenatas seguían abundantes, con éxitos del gran Don
Chente Fernández, su hijo Alejandro, Joan Sebastian y la gran leyenda Pedro
Infante. Pero pronto empezaron las idas a tocar en las borracheras y yo siempre
terminaba en el suelo, pisoteado y empapado en cerveza carta blanca. Ya no
deseaba ser sombrero de mariachi, para estos maltratos mejor haber sido charro.
Tres borracheras y cinco serenatas de fiesta (muy diferentes a las de balcón) y
ya estaba en una condición terrible, mi destino estaba escrito: vas a la
basura. Hoy, dentro de un basurero que marca el final de mi destino, escribo
estas palabras en las que dejo plasmada mi vida a la historia y aconsejo a los
jóvenes. Que sepan que morí buscando el amor y lo encontré pero ella lo negó.
Para ti mis ultimas palabras reina amada mía con aquella canción que describe
nuestro amor, “ahora dices que ya no te acuerdas, que nada es cierto, que son
palabras.”
Mejor ser charro valeroso que mariachi en
soledad. Hasta luego.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Fragmento I (El cajón)
Abro
el cajón del general Magaña buscando aquella historia desconocida de un falso
villano de la historia, de una historia del supuesto asesino sanguinario. En
busca de la humanidad de un hombre que para muchos no era humano. Meto la mano
al cajón sin observar su contenido y lo primero que tomo y pongo a mi vista es
una pequeña caja que al agitarse emite sonidos como de pequeñas piedras por
montones. Lo abro para observar cinco dientes de tiburón. Cada uno de ellos
amarrado a un pequeño pedazo de papel que etiquetaba la especie a la cual
pertenecía cada uno de los dientes. Este
objeto me es indiferente y simplemente lo dejo sobre el suelo. Decido observar
detenidamente el cajón y sus contenidos logro ver: una vieja fotografía a
blanco y negro, un reloj de bolsillo echo enteramente de plata, una vieja
corbata de moño de color verde con puntos azul marino y un corazón purpura.
Tomé la fotografía decidido a buscar identificar a los dos hombres que
aparecían en ella. El hombre robusto con barba ancha evidentemente era el
general, pero el segundo hombre: delgado, alto y con un bigote al estilo de mi
profesor de física de la preparatoria; era para mi irreconocible. Saqué la foto
del viejo marco de madera en el cual se encontraba. En la parte de atrás de la
fotografía solamente había la fecha; o no la fecha sino el año “1946” y
solamente el nombre del general, por lo que la identidad del segundo hombre era
desconocida. Tomo el reloj de plata y lo
abro y veo que aun funciona y contiene una fotografía del general. Con una pose
más formal e impositiva a diferencia de aquella que mostraba en la fotografía. La
corbata de moño estaba deshilachada, pero sabía la razón por la que seguía
guardada en aquel cajón. Era la corbata que había usado en la primera cita con
su esposa, en aquel entonces joven y bella, María Andrea. Pronto dejé de lado
la corbata y ahora tomé el corazón purpura, y me pregunté ¿Por qué tendría el
general un corazón purpura? Si aquella insignia era estadounidense y él era un
militar argentino. Me daba curiosidad la historia detrás de aquel objeto, pero
sería una historia que jamás podré conocer porque el general ya no estaba aquí.
No estaba aquí para contarnos la historia detrás de un cajón.
jueves, 30 de agosto de 2012
Sin titulo
La
muerte es el estado natural del ser humano y de todos aquellos seres a los que
llamamos vivos. Pues la vida es la ausencia de la muerte y la vida es
simplemente un acto de rebeldía ante el destino inevitable. Todo mundo sabe
morir, pero no todos saben vivir. La muerte es para todos y la vida solamente
para algunos. Es entonces cuando comienzas a creer en razones para esparcir el
estado natural.
Pero,
¿por qué entregárselo a aquellos que no lo quieren y buscan rodearlo? Todo gira
en torno al deseo; y el deseo es muerte. El deseo es ambición; y la ambición es
solamente para los muertos. Muertos que respiran o que no lo hacen; muertos que
caminan y aquellos que se dedican a dormir.
Entonces
comienzas a abandonar el deseo y arrojar fuera de la vida la ambición, pero
deseas no desear nada y ambicionas no buscar la felicidad. Porque aunque no lo
creas, la felicidad es la ruta más rápida y sutil hacia la muerte. Pues esta es
alegría; mientras que la vida es una agonía. Atacas a los vicios buscando la
muerte, pero la salud es un camino más directo. Buscas el suicidio, pero el
proceso natural es más real; y es solamente la muerte real la que te lleva al
siguiente paso. La siguiente fase que no sabes si existe, pero algún día vas a
alcanzar.
Buscas
vivir, mientras buscas morir. Buscas felicidad mientras buscas jamás volver a
soñar. Buscas la paradoja de ser alguien ante el objetivo de no ser nadie.
Dejar de desear buscando morir; para llegar al estado natural.
miércoles, 29 de agosto de 2012
Carta a tu recuerdo
Aun recuerdo los momentos en lo que lo
único que podíamos hacer era estar juntos, pero poco a poco el tiempo se
encargó de separar nuestros destinos. Crecí y creciste, tomamos decisiones
distintas. El tiempo transcurrió si en que nos viéramos frente a frente ni una
sola vez. Ahora te veo pasar por la calle y lo único que sucede entre nosotros
es un simple cruce de miradas. Me vez y te veo. Y todo se queda en aquello,
pues tu ya no estás y yo ya no existo. Solamente somos un cruce de miradas
entre universos paralelos; universos que creyeron haberse cruzado pero jamás lo
hicieron.
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