miércoles, 5 de septiembre de 2012

Fragmento I (El cajón)


Abro el cajón del general Magaña buscando aquella historia desconocida de un falso villano de la historia, de una historia del supuesto asesino sanguinario. En busca de la humanidad de un hombre que para muchos no era humano. Meto la mano al cajón sin observar su contenido y lo primero que tomo y pongo a mi vista es una pequeña caja que al agitarse emite sonidos como de pequeñas piedras por montones. Lo abro para observar cinco dientes de tiburón. Cada uno de ellos amarrado a un pequeño pedazo de papel que etiquetaba la especie a la cual pertenecía cada uno de los dientes.  Este objeto me es indiferente y simplemente lo dejo sobre el suelo. Decido observar detenidamente el cajón y sus contenidos logro ver: una vieja fotografía a blanco y negro, un reloj de bolsillo echo enteramente de plata, una vieja corbata de moño de color verde con puntos azul marino y un corazón purpura. Tomé la fotografía decidido a buscar identificar a los dos hombres que aparecían en ella. El hombre robusto con barba ancha evidentemente era el general, pero el segundo hombre: delgado, alto y con un bigote al estilo de mi profesor de física de la preparatoria; era para mi irreconocible. Saqué la foto del viejo marco de madera en el cual se encontraba. En la parte de atrás de la fotografía solamente había la fecha; o no la fecha sino el año “1946” y solamente el nombre del general, por lo que la identidad del segundo hombre era desconocida.  Tomo el reloj de plata y lo abro y veo que aun funciona y contiene una fotografía del general. Con una pose más formal e impositiva a diferencia de aquella que mostraba en la fotografía. La corbata de moño estaba deshilachada, pero sabía la razón por la que seguía guardada en aquel cajón. Era la corbata que había usado en la primera cita con su esposa, en aquel entonces joven y bella, María Andrea. Pronto dejé de lado la corbata y ahora tomé el corazón purpura, y me pregunté ¿Por qué tendría el general un corazón purpura? Si aquella insignia era estadounidense y él era un militar argentino. Me daba curiosidad la historia detrás de aquel objeto, pero sería una historia que jamás podré conocer porque el general ya no estaba aquí. No estaba aquí para contarnos la historia detrás de un cajón.  

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