miércoles, 10 de abril de 2013

Roma

Recuerdo cuando alguna vez soñamos, o mas bien soñé, en vivir una vida juntos. En irnos por el mundo; viajando, sin rumbo ni destino. Pero siempre evitando aquel lugar, nuestro favorito mutuo sin saberlo, Roma. Concordamos en no gastar esta oportunidad de visitarlo, porque representaba la tentación y la infidelidad. Lo oscuro, lo morboso, lo malvado. Era el centro de nuestros pecados, por eso nuestro lugar favorito. Un día me dijiste que viajarías sin mí, aunque no me dijiste a donde. Yo confié. Te dejé ir. Me llamaste y descubrí por aquel sonido de fondo, que estabas en Roma. Que me estabas siendo infiel; que habías cedido ante la tentación. No podía expresarte mi llanto; mi enfado, a través de una pobre conexión telefónica internacional. Yo estaba en Monterrey y tu en Roma. Habías cedido y me pedías perdón. Pero a ti ya no te puedo perdonar ni siquiera quiero verte regresar. No vuelvas, no me llames. Mejor quédate en Roma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario