Hombre nacido en Alemania de ojos
azules, cabello rubio casi dorado. Ambicioso por el poder que ganaba con el
simple hecho de hacer presencia en todo lugar. Siempre vestido de negro, en
ocasiones de café, para demostrar su poder. Infunde respeto, demuestra fuerza.
No solo con el habla, pero con el cuerpo. Era hombre grande de dos metros y
medio y un equilibrio que rompía todas leyes de la humanidad y la física. Músculos
completamente grandes, y cada día creciendo mas. Quizás había quien le faltara
al respeto por su tono tan pálido de la piel, sin exposición al sol. Pero todo
aquel que osaba realizar este acto de valentía en contra de el era porque ahí
terminaba su camino de la vida.
Llega un nuevo día. Se levanta, se
alimenta. Los músculos ya no encuentran la misma resistencia, crecen, pero no
resisten. El cabello rubio casi dorado se vuelve gris casi blanco. Los ojos
azules pierden el brillo imponente, y su gran tamaño disminuye poco a poco a lo
largo de los días. Así como disminuye el respeto infundido e impuesto. Todo
alrededor de él cambia. El respeto comienza a perderlo y no puede retomarlo. La
piel pálida se vuelve casi transparente. Se encerró en su habitación para no
ser expuesto al ridículo, pero sabía que algún día alguien tendría que observar
el cambio y hacerlo saber al resto.
Los músculos de nuevo crecen, tensando
los huesos, y los revientan. La fragilidad que parecía inexistente en ese
hombre, nace. Ahora pierde; se recae. Termina perdiendo todo poder: la razón y
su estilo de poder. Se vuelve un hombre pequeño, huesudo, ojos oscuros. Con un
estilo igual al resto. Se pierde todo lo que había ganado. Toda razón de
existir para un hombre de poder, ya no encuentra sentido. Se integra a la
sociedad y sufre el rechazo. Su actitud que solía imponer, hoy ruega por
perdón, buscando ayuda de aquellos a quienes alguna vez hizo sufrir.
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