Me tientas a jugar contigo al amor. Te ignoro. Me insistes. Quieres que juegue, no solo al amor, sino a la vida contigo. Te miro. Vaya error mío. Penetras tu mirada en mis ojos. Me controlas. Me vuelves a invitar al juego. Ahora acepto. Mi vida se convierte en un juego. Un juego de azar. Me convierto en una de tus cartas. Estoy indefenso. Caminamos tomados de las manos. Todos nos miran. Unos se ríen de mi. Saben lo que me espera. Saben que eres buena recolectando cartas y hombres para tus juegos, pero los desprecias pronto. Eres jugadora. Juegas con la vida, con el dolor, con la mente, con el amor, con el corazón. Eres jugadora cruel. Maltratas a la mente, al corazón, a la vida de tu acompañante jugador. Yo lo sé y aún así no me alejo de ti. Me retienes. Me pierdo ante el mundo. Ya no me reconocen. Ya no me reconozco. Ya no soy yo. He caído ante el juego. Tu juego.
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