domingo, 15 de mayo de 2016

Maneras de quererte

Conforme pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, los meses y los años reinvento la manera de quererte. Siempre a la distancia de una amistad que no refleje intenciones del corazón porque, aunque me duela, sé que lo nuestro es ser amigos. Desde el primer día te he mirado con ojos de enamorado sin esperanza ni fe, pero aquí estoy. Mirándote y reinventando las maneras de quererte.

Algunas veces te quiero como a la luna:
iluminando la oscuridad de mi ilusión
asechada por el viento sombrío de la madrugada.

Otras te quiero como al sol:
reconfortando mi corazón
dándole distintos colores a la vida cuando llegas y te vas.

Algunas otras te quiero como al mar:
imponiendo tu ley con tu belleza
y el misterio que se esconde detrás de tus palabras.

A veces te quiero como a la montaña:
tan cerca como para admirarte diario
sin siquiera poder alcanzarte.

En otros momentos te quiero como a las aves:
cuando vuelas alto dándome sensaciones de libertad
y con tu voz me cantas sobre la vida.

Algunos instantes te quiero como a mí:
navegando entre sueños e ilusiones
escribiendo poesía para tu alma.

Pero son más las veces que te quiero como a ti:
dócil, inocente, voraz, inteligente
viviendo como tu sin miedo a serlo.

Siempre te quiero como: a la luna, al sol, al mar, a la montaña, a las aves, a mí y a ti.
Te quiero como a todos, pero distintos. Siempre reinvento la manera de quererte cuando pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, los años.

Te escribo.
Me reinvento.

Te quiero.

jueves, 5 de mayo de 2016

Hace tantas marcas que...

Hace tantos ayeres que se terminó el espacio en la pared para poder seguir marcando los días. Este tiempo encerrado en el confinamiento de distintas celdas que comparten la memoria del dolor de tantos que por aquí hemos pasado.

La verdad es que recuerdo poco de lo que era mi vida antes de mi encierro. Hace tantas marcas en la pared que dejaron de visitarme, y lo único que recuerdo son aquellos gritos del mundo condenándome a morir. Pero igual, hace tanto que eso dejó de atormentarme pues ahora comprendo que detrás de cada rostro hay un asesino; detrás de cada grito que me condenaba a morir hay un asesino peor que yo porque…yo no lo maté. Y eso no importa aquí, porque las pruebas que nunca mostraron estaban en mi contra y aquí me he quedado encerrado. Tantos ayeres y tantas marcas en la pared, esperando…

Frente a mi veo una bandeja con un bolillo y un vaso de agua. Algo simple porque así he sido yo. Las extravagancias y el aprovecharme de oportunidades nunca ha sido lo mío sino ya hubiera escapado hace tanto. Hace 45 marcas si no mal recuerdo.

De igual, hace 740 marcas que comprendí que el infierno si está en la Tierra. En la tortura y en la soledad de esta prisión que nos hace abandonar nuestra esencia de humanidad por un poco de supervivencia y esperanza vana de algún día salir a recuperar lo que ya está perdido. Todos los que entramos, al salir, no recuperamos nada de lo que afuera dejamos. Por eso nunca me preocupé por aquello. Ni siquiera por probar mi inocencia por salvarme sino por demostrar lo correcto ante un sistema corrupto que gana dinero por cada muerte intencional. La verdad es que no vale la pena luchar por lo que se quedó afuera ni por seguir respirando aquí dentro. Solamente hay que esperar sentencia.

Darle una mordida al pedazo de pan y un trago al agua. Esperar la liberación del infierno y encontrar un mejor lugar. Pues culpables o inocentes, nos vaya a recibir Dios o Lucifer, nada puede ser peor a lo que aquí he vivido durante tantos ayeres y tantas marcas de la pared.

El guardia me mira con extrañeza y me grita con enfado. Quiere que deje de sonreír, pero no. Aquello hace tanto que no lo hacía porque no había tenido razones para ellos, pero hoy…


…Hoy ya nada importa porque mañana me libro del infierno y pronto estaré estrechándole la mano a quien decida recibirme para una eternidad repleta de paz.

martes, 26 de abril de 2016

O peor...

Lo que causa mayores estragos en la cabeza de una persona es cuando otra se queda a vivir en ella.

Así es como morimos rendidos a la admiración por aquella que nos hace ver el mundo en colores distintos; así es para mí contigo.

Y es que desde hace varios ayeres mi mente es tu morada. Hoy todo ha cambiado de color, de esencia y de origen.

Desde que vives aquí,
las ráfagas del viento
se han vuelto del color de tu cabello
y las estrellas
tu mirada dulce.

Los colores del mundo han cambiado. Ahora son tus colores, tus aromas, tu esencia. El origen de todo eres tú.

El aroma del mar
se ha convertido en tu perfume
y el canto de las aves
en tu voz suave.

Ahora te has quedado aquí.
Estoy perdido.
Obsesionado.
O peor…
Enamorado.

Hoy, mi mente no es mía, es tuya.
Y, tú, no lo sabes.
Pero aquí gobiernas y la vida no es la misma.
Sin la tuya.


Lo que causa mayores estragos en mi cabeza es que hayas decidido quedarte a vivir en ella.

martes, 19 de abril de 2016

Hoy

He estado pensando que somos seres tan complejos y tontos. Buscamos todo en la complejidad de sentimientos evolucionados y objetos inanimados, pensando en que la felicidad nace de lo que uno obtiene. La felicidad nace de otros lugares.

Lugares que se encuentran más allá de nuestro alcance, pero al mismo tiempo a una sonrisa de distancia. Tan cerca de nosotros y no nos damos cuenta. ¿Para que buscar la felicidad en aquello que al final de nuestros días nos la quita? Hoy puedes decir que eres feliz, pero al final, cuando ya no tengas nada sabrás que nunca lo fuiste.

La felicidad es poder abrir los ojos al inicio de cada y sentir las caricias del sol en tu rostro mientras las aves cantan. La felicidad es un abrazo del viento que te hace sentir libre de todo pecado y el paseo de las nubes que te cubren de la ignorancia de un mundo que depende de todo menos el ser feliz.

Hoy ya no disfrutamos de aquello que viene de la Tierra para hacernos felices, incluso, ya no lo vemos. La humanidad no se toma el tiempo de apreciar todo aquello que es perfecto porque no fue creado por el hombre.

Ya no nos dedicamos a caminar bajo la luna mientras las estrellas rechiflan y nos susurran los secretos del universo y el aroma del césped llena nuestras almas de vida. Nos olvidamos de aquellos instantes perfectos y que son indestructibles. Hoy, no somos felices.

Ya no conocemos lo que es la verdadera conexión humana. No disfrutamos aquel intercambio de miradas y sonrisas tan puro e inocente que nos da el primer instinto; la primer imagen de una persona. No comprendemos que las palabras son el arma más poderosa y que un abrazo es su aliado perfecto. A veces no entendemos ni conocemos aquello que es la felicidad.

Estamos destinados al abandono de la vida misma. Podremos respirar, hablar, mirar, oír y tocar; pero cada día de nuestras vidas que pasa en esta sociedad putrefacta perdemos la noción de oler, conversar, observar, escuchar y sentir. Ya no somos capaces de sentirnos parte uno del otro y nos aislamos en una vida repleta de aparatos que atascan nuestra vida de procesos sistematizados y que le arrebatan a la humanidad esa esencia distinta.

Hoy, somos felices porque alguien lo dicta. Un papel o una máquina. Aquel de un valor inventado y que realmente no sirve o aquella caja que transmite imágenes y supuestas sensaciones. Todo eso es falso y aun así rigen la esencia perdida de la humanidad.

Hoy, no sentimos, no vivimos, no somos felices.
Hoy, una sociedad putrefacta es controlada por valores ficticios y mentiras.
Hoy, pocos quedan que realmente conocen la felicidad.

Mañana, nadie será feliz; nadie tendrá la capacidad de vivir.

lunes, 18 de abril de 2016

Somos

A veces nos vemos rodeados de claro y otras de un obscuro tenue que a la vista no se percibe, pero se siente.

El claro es aquel que aparece en formas que nos brindan sensaciones de éxtasis. La luz de la luna mientras caminamos por la avenida o el olor de lluvia cuando nuestra ventana regolpetea el interior de nuestra habitación. Claro aquel instante que nace la risa y las miradas de los enamorados desconocidos se cruzan.

El obscuro es aquel que encontramos en el calor incesante de julio en Monterrey o el chillar de las aves por los humos de una vida triste y recta. Obscuro cuando nace la primera lágrima por una desesperación ajena.

Pero, ¿Cuál es mi claro? Y ¿Cuál mi obscuro?

Mi claro es cuando te miro. Cada día que pases delante de mí por los pasillos de la universidad, siempre tan alegre regalándole el brillo de tu sonrisa a aquellos que te conocen. Yo a lo lejos te contemplo y admiro, pero no te conozco. Mi obscuro, no conocerte, porque a lo lejos vas y yo me quedo. Cuando me pierdo buscando razones para llamarte y saludarte.

Mi claro es escribirte para que me conozcas sin que te hable. Hacerte sentir que eres la alegría de una vida que desconoces y que desde hace tiempo te ha cruzado mirada. Y no, no te busco a diario pero siempre nos encontramos; siempre luces así, como radiante flor y dulce estrella, hermosa pero distinta y siempre tan distante de mi…ese es mi obscuro. No saber si me lees y conoces de donde provienen estas palabras y estos recuerdos. Que puedas pensar que te busco como un enfermo. Pero mi obsesión por ti es distinta y distante. Sé que quizá nunca nos crucemos y jamás sepa tu nombre y viceversa. Probablemente se quede en aquello, un intercambio espontaneo de miradas y una sonrisa cordial porque ya reconocemos nuestras caras. Quizá nunca escuche tu voz ni tú la mía, quizá algún día te deje de escribir y tú nunca leerás tus letras.


Porque somos eso: un claro espontaneo y un obscuro tan tenue que no se percibe, pero se siente.

Preguntas

¿Qué es la vida? ¿A dónde vamos? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es el amor?

No comiences con esas preguntas…sabes que no conocemos la respuesta.

Claro que no, pues no existe una respuesta absoluta a estas preguntas, así como no existe respuesta al canto de las aves ni deseos en las estrellas. Solamente existe lo que está en nuestra cabeza; y ahí están las respuestas a tu absoluto.

Entonces, ¿Qué es la vida?

La vida, querida voz que invade mi cabeza…

¡Tú eres quien invade mi cabeza!

No me interrumpas. Como te decía, la vida es aquello que nos cuentan nuestros abuelos cada domingo, nuestros padres cada noche, nuestro aliento cada día. La vida es aquella serie de sucesos interconectados pero no relacionados que nos brindan el conocimiento de que hacer. Son escenas fugaces que se marchan por y hacia nuestros sentidos para esconderse en distintas habitaciones, en distintos baúles, en distintos instantes y recuerdos que a veces, olvidamos. La vida es esto y aquello también. Lo es todo. Incluso es donde no la hay; esa es la vida.

¿Eso es la vida? Suena tan simple, tan burdo, tan pasajero.

Pues…así es la vida: simple, burda y pasajera.

Entonces, ¿A dónde vamos?

Eso no lo sé. No se puede saber, no se puede suponer, no se puede inventar. A donde vamos es un misterio que la vida nos esconde.

Nosotros podemos crearnos una respuesta a esa pregunta.

A todas menos a esa. Es imposible conocer tu destino ni aunque lo tengas todo meticulosamente planeado. La vida, a pesar de ser simple, burda y pasajera, esconde secretos y sorpresas que aparecen y desaparecen constantemente. A veces no los vemos y a veces nos arrebatan todo, hasta la vida misma. Entre estos secretos se nos esconde el destino, y no solamente el final sino todos los destinos de nuestra vida.

Yo conozco mis destinos de cada día.

No. Nadie los conocemos porque todo está escondido en el plan maestro de la vida. No sabemos si mañana nos levantaremos y escucharemos el cantar del mundo o si nos quedaremos dormidos. No puedes saber a dónde vas ni el camino que vas a tomar. Ningún destino es conocido solamente deseado. Recuerdo que no conoces nada, pero deseas todo. Eso es parte de la vida: desear, anhelar, soñar.

¿Desear? ¿Anhelar? ¿Soñar? Ninguno de los tres se cumple en mi vida.

Todos se cumplen, tus deseos, tus anhelos y tus sueños más simples se cumplen a cada instante porque si no estarías con vida. 

¿Deseo?

Deseas.

¿Anhelo?

Anhelas.

¿Sueño?


Sueñas. Con una vida distinta y turbia o quizá clara, pero distinta o probablemente igual. Sueñas, anhelas y deseas. En la vida y la frustración de un secreto, de un destino.

viernes, 1 de abril de 2016

Cordura

Aún recuerdo el día en que caminando por las calles de un paraíso desconocido; en el olvido.

Encontré tu Recuerdo. Era imposible que estuvieras aquí, frente a mí. Hace tanto que Lo había enterrado en el abismo de la memoria de mi vida pasada.
Todavía recuerdo donde Te puse, dentro de ese abismo que parecía habitación, junto a las historias del abuelo y las carcajadas de los amigos, ahí estabas Tú. Muy al fondo de aquella habitación oscura para que nunca lograras salir. Y hoy, aquí estás. ¿Cómo?...dime ¿Cómo saliste de allá?

Tanto tiempo ha pasado, ¿por qué estabas allá? No se. Pero a mi memoria vuelven los detalles del baúl donde Te lancé. Lo que estaba dentro:

Tu Rostro
formado por un contorno de suave desliz que cerraba en Tu barbilla que daba aquel tono dulce a Tu sonrisa; la recuerdo tan particular y bella.

Tu Sonrisa
custodiada por la carne de Tus labios, que alguna vez dio sabor a mi boca, que todo resguardaban: Tu sonrisa, Tu risa y Tu voz...

Tu voz, Tu voz, Tu voz... -me lo repetí tres veces tratando de recordar en donde la dejé.- Cierto...en el fondo del baúl junto a Tus ojos.

Tus Ojos
bellos cristales color del universo; guardando todo detrás de ellos: pensamientos, memorias, sentimientos, anhelos, deseos, sueños, pasiones...todo escondido detrás de aquellos, Tus ojos, cristales color de cielo.

Lo Demás, ¿dónde ha quedado? No está en la memoria del baúl. ¿Lo habrá consumido el polvo? ¿El tiempo? El tiempo, el tiempo, el tiempo...-tres veces me lo digo.- Lo cura todo ¿no?...no. Nada sana con el tiempo, solo se resguarda detrás de supuesta cordura y de olvido, reconfortante olvido.

Ese es el remedio del tiempo: falsa cordura y olvido. Remedio inútil...aquí estás. Te liberaste del olvido y acuchillaste a la cordura.

Ahora se cómo es que estás aquí, pero...¿por qué estabas allá? Responde. ¿por qué has vuelto? ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?...-lo dije tres veces.-

Te miro, no eres más que Tu Rostro, Tu Sonrisa, Tus Labios, Tus Ojos...y polvo de los restos de la vida pasada. Lárgate. Vete. Corre. No vuelvas. Ver el resto de ti acuchilla mi cordura.

Corro.

Por las calles del olvido. Por el paraíso desconocido.
Hacia el abismo. Hacia la habitación. Hacia baúles de recuerdos.

Me persiguen.

Los recuerdos. Las risas, los llantos, los gritos, las voces. Me persiguen. Corro entre el polvo de lo olvidado. Todo vuela. El polvo, en silencio, me mira.

Una pared.

¿Una pared? Esa no estaba aquí. Solo, de frente, ante la nada. ¿A dónde fueron todos? Los baúles, el polvo, las risas, los llantos, los gritos, las voces; ¿dónde están? Tu Rostro, Tu Sonrisa, Tus Labios, Tus Ojos...ya no están.

Abre los ojos. La luz.

¿Cuál luz? ¿Será la cordura?

La cordura, la cordura, la cordura...-tres veces.-