He
estado pensando que somos seres tan complejos y tontos. Buscamos todo en la
complejidad de sentimientos evolucionados y objetos inanimados, pensando en que
la felicidad nace de lo que uno obtiene. La felicidad nace de otros lugares.
Lugares
que se encuentran más allá de nuestro alcance, pero al mismo tiempo a una
sonrisa de distancia. Tan cerca de nosotros y no nos damos cuenta. ¿Para que
buscar la felicidad en aquello que al final de nuestros días nos la quita? Hoy
puedes decir que eres feliz, pero al final, cuando ya no tengas nada sabrás que
nunca lo fuiste.
La
felicidad es poder abrir los ojos al inicio de cada y sentir las caricias del
sol en tu rostro mientras las aves cantan. La felicidad es un abrazo del viento
que te hace sentir libre de todo pecado y el paseo de las nubes que te cubren de
la ignorancia de un mundo que depende de todo menos el ser feliz.
Hoy
ya no disfrutamos de aquello que viene de la Tierra para hacernos felices,
incluso, ya no lo vemos. La humanidad no se toma el tiempo de apreciar todo
aquello que es perfecto porque no fue creado por el hombre.
Ya
no nos dedicamos a caminar bajo la luna mientras las estrellas rechiflan y nos
susurran los secretos del universo y el aroma del césped llena nuestras almas
de vida. Nos olvidamos de aquellos instantes perfectos y que son indestructibles.
Hoy, no somos felices.
Ya
no conocemos lo que es la verdadera conexión humana. No disfrutamos aquel intercambio
de miradas y sonrisas tan puro e inocente que nos da el primer instinto; la
primer imagen de una persona. No comprendemos que las palabras son el arma más
poderosa y que un abrazo es su aliado perfecto. A veces no entendemos ni
conocemos aquello que es la felicidad.
Estamos
destinados al abandono de la vida misma. Podremos respirar, hablar, mirar, oír
y tocar; pero cada día de nuestras vidas que pasa en esta sociedad putrefacta
perdemos la noción de oler, conversar, observar, escuchar y sentir. Ya no somos
capaces de sentirnos parte uno del otro y nos aislamos en una vida repleta de
aparatos que atascan nuestra vida de procesos sistematizados y que le arrebatan
a la humanidad esa esencia distinta.
Hoy,
somos felices porque alguien lo dicta. Un papel o una máquina. Aquel de un
valor inventado y que realmente no sirve o aquella caja que transmite imágenes y
supuestas sensaciones. Todo eso es falso y aun así rigen la esencia perdida de
la humanidad.
Hoy,
no sentimos, no vivimos, no somos felices.
Hoy,
una sociedad putrefacta es controlada por valores ficticios y mentiras.
Hoy,
pocos quedan que realmente conocen la felicidad.
Mañana,
nadie será feliz; nadie tendrá la capacidad de vivir.