There, where the horizon is grey and we speak to walls of brick, the spirit of the dead wind stands. He whistles and whispers. It whispers your name. How does he know it?
Through the green shadow behind your eyes, they are born: the whispers of those who cry and the dead wind takes away. The whispers, they turn into cries and laments.
Behind the green shadow that always torments you with whispers, cries and laments of those who are taken away to the grey.
domingo, 22 de mayo de 2016
domingo, 15 de mayo de 2016
Maneras de quererte
Conforme
pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, los meses y los años
reinvento la manera de quererte. Siempre a la distancia de una amistad que no
refleje intenciones del corazón porque, aunque me duela, sé que lo nuestro es ser
amigos. Desde el primer día te he mirado con ojos de enamorado sin esperanza ni
fe, pero aquí estoy. Mirándote y reinventando las maneras de quererte.
Algunas
veces te quiero como a la luna:
iluminando
la oscuridad de mi ilusión
asechada
por el viento sombrío de la madrugada.
Otras
te quiero como al sol:
reconfortando
mi corazón
dándole
distintos colores a la vida cuando llegas y te vas.
Algunas
otras te quiero como al mar:
imponiendo
tu ley con tu belleza
y
el misterio que se esconde detrás de tus palabras.
A veces
te quiero como a la montaña:
tan
cerca como para admirarte diario
sin
siquiera poder alcanzarte.
En
otros momentos te quiero como a las aves:
cuando
vuelas alto dándome sensaciones de libertad
y con
tu voz me cantas sobre la vida.
Algunos
instantes te quiero como a mí:
navegando
entre sueños e ilusiones
escribiendo
poesía para tu alma.
Pero
son más las veces que te quiero como a ti:
dócil,
inocente, voraz, inteligente
viviendo
como tu sin miedo a serlo.
Siempre
te quiero como: a la luna, al sol, al mar, a la montaña, a las aves, a mí y a
ti.
Te
quiero como a todos, pero distintos. Siempre reinvento la manera de quererte
cuando pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, los años.
Te
escribo.
Me
reinvento.
Te
quiero.
jueves, 5 de mayo de 2016
Hace tantas marcas que...
Hace
tantos ayeres que se terminó el espacio en la pared para poder seguir marcando
los días. Este tiempo encerrado en el confinamiento de distintas celdas que
comparten la memoria del dolor de tantos que por aquí hemos pasado.
La
verdad es que recuerdo poco de lo que era mi vida antes de mi encierro. Hace
tantas marcas en la pared que dejaron de visitarme, y lo único que recuerdo son
aquellos gritos del mundo condenándome a morir. Pero igual, hace tanto que eso
dejó de atormentarme pues ahora comprendo que detrás de cada rostro hay un
asesino; detrás de cada grito que me condenaba a morir hay un asesino peor que
yo porque…yo no lo maté. Y eso no importa aquí, porque las pruebas que nunca
mostraron estaban en mi contra y aquí me he quedado encerrado. Tantos ayeres y
tantas marcas en la pared, esperando…
Frente
a mi veo una bandeja con un bolillo y un vaso de agua. Algo simple porque así
he sido yo. Las extravagancias y el aprovecharme de oportunidades nunca ha sido
lo mío sino ya hubiera escapado hace tanto. Hace 45 marcas si no mal recuerdo.
De
igual, hace 740 marcas que comprendí que el infierno si está en la Tierra. En
la tortura y en la soledad de esta prisión que nos hace abandonar nuestra
esencia de humanidad por un poco de supervivencia y esperanza vana de algún día
salir a recuperar lo que ya está perdido. Todos los que entramos, al salir, no
recuperamos nada de lo que afuera dejamos. Por eso nunca me preocupé por
aquello. Ni siquiera por probar mi inocencia por salvarme sino por demostrar lo
correcto ante un sistema corrupto que gana dinero por cada muerte intencional.
La verdad es que no vale la pena luchar por lo que se quedó afuera ni por
seguir respirando aquí dentro. Solamente hay que esperar sentencia.
Darle
una mordida al pedazo de pan y un trago al agua. Esperar la liberación del
infierno y encontrar un mejor lugar. Pues culpables o inocentes, nos vaya a
recibir Dios o Lucifer, nada puede ser peor a lo que aquí he vivido durante
tantos ayeres y tantas marcas de la pared.
El
guardia me mira con extrañeza y me grita con enfado. Quiere que deje de
sonreír, pero no. Aquello hace tanto que no lo hacía porque no había tenido
razones para ellos, pero hoy…
…Hoy
ya nada importa porque mañana me libro del infierno y pronto estaré
estrechándole la mano a quien decida recibirme para una eternidad repleta de
paz.
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