Aquí no brillan las estrellas
pero la luz de los faroles.
No se escucha el canto de las aves
pero el arrullador sonido de la radio.
Aquella radio, que se encuentra siempre en la misma estación
de música que siempre toca la puerta de tu alma.
Aquí no se ven los paisajes que enamoran la vista
pero si los rascacielos que se imponen a ella.
No se escucha correr las aguas del río
pero si el murmullo de la gente alrededor.
Aquí no se ve todo, pero si se observa.
No se escucha, pero si se oye.
Aquí los sentimientos no son iguales.
Son mortales.
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