Recuerdo cuando nací en aquel pequeño
local en el centro de Tepatitlán en la bella Jalisco. Entre tantos primos,
hermanos, tíos y otros cuantos no familiares ya muy ancianos. Esperando
encontrar la vida de aventura, aquel destino de dos opciones: la charreada o
las serenatas. Algunos soñaban con aquella intensidad de la charreada, pero yo
era de aquellos pocos que preferían estar en una tranquila y amorosa serenata,
era un ser romántico me aventuraba noches y días buscando el amor que en un
momento encontré, pero ese es otro cuento pues no es lo suficientemente
importante para hablar de él en este texto. De pronto me distraje algunos
segundos y ya estaba en un ensayo de mariachi escuchando aquella canción tan
famosa, pero que pocos conocen su letra completa. El son de la bella melodía de
“Cielito lindo”. Era aquel sueño
cumplido de llevar serenata de balcón a un sin fin de mujeres bonitos, como
todas en Jalisco. De pronto mi dueño, un renombrado mariachi del cual no
recuerdo su nombre, se mudó al norte de México al mero mero Monterrey, Nuevo
León. Al principio las serenatas seguían abundantes, con éxitos del gran Don
Chente Fernández, su hijo Alejandro, Joan Sebastian y la gran leyenda Pedro
Infante. Pero pronto empezaron las idas a tocar en las borracheras y yo siempre
terminaba en el suelo, pisoteado y empapado en cerveza carta blanca. Ya no
deseaba ser sombrero de mariachi, para estos maltratos mejor haber sido charro.
Tres borracheras y cinco serenatas de fiesta (muy diferentes a las de balcón) y
ya estaba en una condición terrible, mi destino estaba escrito: vas a la
basura. Hoy, dentro de un basurero que marca el final de mi destino, escribo
estas palabras en las que dejo plasmada mi vida a la historia y aconsejo a los
jóvenes. Que sepan que morí buscando el amor y lo encontré pero ella lo negó.
Para ti mis ultimas palabras reina amada mía con aquella canción que describe
nuestro amor, “ahora dices que ya no te acuerdas, que nada es cierto, que son
palabras.”
Mejor ser charro valeroso que mariachi en
soledad. Hasta luego.
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