Verte, al otro lado del corredor
o sentada junto a mi,
como aquella vez cuando
me acerqué a ti.
O aquella otra vez,
cuando me gritaste
corrí detrás de ti;
me enseñaste la galaxia.
Y no te miento,
en otra parte me perdí.
En el café de tus ojos
que bellas se veían
las estrellas reflejadas ahí,
en aquellas pupilas cautivantes.
Tus ojos,
al mirarlos, ya no estoy.
Y tus labios
son la miel para los corazones;
los corazones pérdidos.
Eres el deseo;
de una vida, un alma, un beso...
una mirada, un alma, una vida...
Eres y no eres.
Y en instantes te imagino.
La noche se apodera del día,
pasan las horas,
y sigo sin dormir.
Mi sueño, mi alma y mi vida
contigo llegaron
contigo se marcharon.