lunes, 29 de junio de 2015

Ciclo

Encontrarnos,
entre el terciopelo de tus labios
y la llama de tus ojos y tu voz.

Mirarnos,
a través de las grietas
de la distancia.

Reconocernos,
entre las luces
de la calle por donde caminamos.

Entendernos,
detrás de las caricias
y los susurros que vibran en tu oído.

Besarnos,
en el tiempo que no existe
la oscuridad de nuestro espacio.

Encontrarnos, mirarnos, reconocernos, entendernos, besarnos...
...un ciclo que da vueltas
cada instante gira y vuelve
vuelve y gira, todo es
todo fue y será.

Todo es igual pero distinto; todo es
un ciclo de dos palabras
Nos Amamos.



martes, 27 de enero de 2015

Carta a un corazón

Te escribo esta carta para hablarte de lo que sucede. Quizá sientas que te quiebras y no puedes volver a ser el mismo de antes, pero te equivocas. Recuerda que durante la vida muchas veces sentirás que te partes y que nada puede volver; pero como la dulce primavera, ella volverá. Ignora lo que te dicen, ignoralo todo y ten la esperanza viva, porque ella pronto estará aquí. Y tú, amigo mío, podrás sonreír de nuevo. Piensa en ella y sueñala, así te mantendrás vivo y podrás recibirla con ese amor tan grande que a ella le pertenece. Recuerda su historia, que su destino es estar juntos, y que siempre estarán por el mismo camino.

Recuerdala a ella; tan hermosa, tan cálida, tan dulce. Mirándote y sonriendo ante tus travesuras y tu sonrisa. Recuerda todo y sonríe, pues al final de este tramo en la oscuridad encontrarás su luz y ella te va a guiar por la vida siempre de la mano.

martes, 27 de mayo de 2014

Silencio

Un día cuando el sol no nace
No se escuchan ni murmullos
Ni cantos de aves.

Las flores no nos hablan
la Noche grita,  
Se adueña de las horas.

La penumbra y una mirada
Me llaman y dicen:
-La noche eterna del alma se apodera.-

Me recuesto en la cama.
El agua gotea en el baño;
ese dulce sonido se interrumpe,
se sintió el llamado del cuervo.


La Noche calla.

lunes, 3 de febrero de 2014

Anécdota


Ayer recordé una llamada que me harás mañana. Hablarme de que hoy sentiré tus labios. Que caminábamos por una calle y dábamos vuelta por el pasillo de una casa a la cual no recordábamos haber entrado. Una llamada, un beso; caminar; una calle, una casa; no recuerdo aquello.

¿Será que pasará mañana?

viernes, 13 de diciembre de 2013

Soledad por Marlene Gracia


Ellos compartían algo,
ella nunca lo acepto,
pero compartían algo más fuerte que el amor.

El sufrimiento pasado los unía,
fingían sonrisas:
para sanar la herida;
olvidar el dolor;
poner fin a la oscuridad de sus vidas.

Vivir sin vivir,
estaban muertos por dentro,
unieron noches eternas para sentir compañía  
aunque sabían, que su única pareja
era su sombra misma.  

viernes, 22 de noviembre de 2013

Pensamientos del multiverso


Alguna vez he pensado en que cada individuo se construye de distintos mundos, y esos mundos no viajan más allá del interior. En nuestra cabeza existen millones de mundos que viven y evolucionan constantemente, pero nunca se encuentran. La mente de cada uno es un universo distinto; y ni siquiera nosotros podemos conocer la mente propia por completo. Existen mundos que están más allá de la comprensión humana pero que su existencia es tangible. Esos mundos se presentan como pensamientos que constantemente fluyen y la mayoría del tiempo ignoramos. Y esa es la prueba tangible de que nunca pensamos realmente en lo que llevamos dentro, porque esos mundos nos rigen a pesar de ser ignorados. ¿Por qué no prestarles atención de ves en cuando? Escribir pensamientos en serie; que a la mente común no parecen relacionados, pero lo están. Quizá estos mundos que intento plasmar no son así realmente, pero así los encontré; en una escena determinada que no vuelve a suceder, pero se repite cada ocasión que alguien lee una de estas historias. No son las historias que se rigen por nuestras acciones y relaciones con el resto de la humanidad. Son aquellas historias de los mundos que viven en nuestra mente y que son independientes de nuestra persona.

martes, 22 de octubre de 2013

Sueño de objetos


Me levanto ante el sonido del despertador que me grita repetidamente la frase: “¡Despiértate holgazán!”. Estiro mi mano y oprimo el botón de apagar y me levanto como siempre, con el pie derecho primero. La cama me desea un buen día y no me dirige ni una palabra más. Camino de una forma que parece automatizada hacia el closet y elijo la ropa para el día: jeans, camiseta y tenis. Me despejo de mi pijama y me visto, salgo del closet, me dirijo hacia el lava manos y tomo el jabón. Este me habla quejándose “Por favor vete, déjame en paz. ¿qué no ves que ya me queda poco y me sigues desgastando? Déjame vivir.”  Sufro al escuchar su lamento, pero aun así lo remojo y me lavo la cara, como cualquier otro día. Bajo a la cocina y me preparo el desayuno, unas quesadillas estarán bien para hoy. Termino, me levanto de la mesa y llevo el plato al fregadero; y este con un tono sarcástico me dice “Que sorpresa, otro día más en el que me dejas aquí y no me limpias.” Lo ignoro y voy de nuevo a mi cuarto para lavarme los dientes. Tomo el vaso y lo lleno de agua, después el cepillo y le embarro la pasta, mientras este me grita “¡Arde! ¡arde!”, de nuevo ignoro los gritos de mi objeto y procedo a utilizarlo como un día común. Me miro al espejo y este me observa, en silencio, como si nos analizáramos el uno al otro. Tomo mi mochila, que también se queja, “Cada día siento que voy a morir, no puedo cargar tanto. Y tú me tratas como burro de carga.” La ignoro y salgo de la casa rumbo a la parada del camión.

Me alegro de salir de la casa, quizá son solo los objetos de hogar los que me gritan y se quejan; probablemente ya puedo descansar aunque sea unas horas mientras estoy en la escuela. Llego a la escuela, camino hacia el salón, entro y me siento en el escritorio de silla celeste de siempre. Este me saluda “Hola, que gusto verte.” Le respondí amablemente con un buenos días, y pensé que al fin encontraba objetos amables ¿o tal vez adiestrado para ser así? Realmente no lo sé, mejor era quedarme con la idea de que era bueno a diferencia de los otros. El día en la escuela es normal, compañeros y objetos me saludan amablemente. ¿Acaso los objetos, como nosotros los humanos, están adiestrados para ser buenos en publico, pero manifestarse cuando están en un espacio más intimo? Probablemente. Termina el día y de nuevo voy hacia el camión y regreso a mi casa, como cualquier otro día.

Esta vez no quiero comer, me dirijo a mi cuarto directamente. Me siento en el escritorio y este me dice animoso “Listos para trabajar.” Le sonrío y saco mi laptop; y esta amablemente me dice “¿En que trabajaremos hoy?”. Le respondo: “Un poco de tarea de cambio climático, tenemos que investigar.” Procedo a terminar mi tarea, después a distraerme un poco en el internet hasta que da una hora apropiada para tomar un baño. El shampoo se queja cuando lo aplasto y el jabón se disgusta de tener que recorrer todo mi sucio cuerpo. Salgo y tomo la toalla, que también se queja por tener que recorrer mi desnudo cuerpo. Bajo a cenar y se repite la rutina del desayuno, hasta que me veo en el espejo y me dice: “Te verás y te veré hasta mañana, buenas noches.” Me dirijo a mi cama para ya dormir y me quedo pensando en el ultimo deseo del día anterior. Ayer desee poder escuchar a los objetos para charlar con ellos, no resulto bueno, hoy deseo que se callen y que mañana pueda escuchar a los vegetales y conversar. “Buenas noches” me dice la cama y me quedo dormido.

Despierto. Resulta que todo fue un sueño de los objetos.