martes, 1 de octubre de 2013

Sombras


Estamos caminando sin rumbo alguno; en el vacío. Por la calle que recorre la ciudad, de la plaza hasta el muelle. Un camino como si fuera un viaje hacia el pasado. Cada paso nos trae nuevos recuerdos a ti, a ella y a mi.

En el primer paso volteas hacia la lámpara de gas, aquella que nadie sabe cuando llegó, pero siempre ha estado ahí. Recuerdas aquella noche de lluvia, cuando te presenté a Miranda y te despedías de ella con un beso apasionado pero sin sentimiento, mientras yo esperaba en el auto para no empaparme. De pronto su presencia se volvió una sombre bajo la lámpara. Cuatro pasos más y seguimos siendo sombras; sigues buscándonos.

Quinto paso, llegas a la entrada del café; donde hace algunos años nos conocimos mientras esperábamos encontrar a aquella mesera de ojos azules que enamoraba a los hombres. Creo que era por eso que ese café estaba repleto de ellos. ¿Aun recuerdas nuestra conversación? Un saludo, una pregunta de procedencia, miradas hacia la ventana esperando ver más allá de la niebla y miradas hacia el interior del café esperando ver a la mesera. De pronto volteas a ver hacia la silla donde me encontraba y ya me había convertido en sombra.  Diez pasos más, seguimos siendo sombras; sigues buscándonos.

Quinceavo paso, te encuentras con aquel viejo Mercedes-Benz que se encuentra estacionado eternamente, nadie conoce a su dueño ni se atreven a preguntar. Recuerdas como nos encontrabas a Miranda y a mi charlando sobre política y música. Recuerdas la rutina del Mercedes: interrumpir nuestra conversación, llevar a Miranda al callejón de enfrente y derrochar la pasión sin sentimiento. Vuelves al Mercedes, donde yo siempre los esperaba, pero ya me había convertido en sombra. Vuelves tu mirada hacia Miranda, otra sombra. Veinte pasos más, seguimos siendo sombras; sigues buscándonos.

Treinta quinceavo paso, llegas al muelle donde solíamos pescar y de pronto saltarnos a nadar. Recuerdas dos sombras, la de él y la de ella, acompañando tu presencia. Te acercas al mar, sientes la brisa y das un salto. Te hundes entre sus sombras. Las sombras quedan ahí, en los lugares donde las dejaste; pero tú y tu sombra no están. Te hundes en el agua, mientras el recuerdo de las sombras se desvanece.  

martes, 17 de septiembre de 2013

Detrás

Nos encontramos.

Detrás de los instantes del cajón,
del joyero que guarda recuerdos.

De un ropero,
un espejo,
un sofá.
Detrás de:
una pintura;
de frutas tal vez.

Detrás de los momentos del olvido.
De los besos y las caricias;
aquellas que fueron nuestras
y que hoy, son del joyero.

Detrás del viento del cerezo,
de una canción y una estrella
que tararea esa melodía.

Tal vez... detrás de
una banca en el parque,
un puente en el río,
un joyero en la recamara.
De un sol que se esconde,
detrás de la nube.

O quizá, detrás de un sofá...
en la oscuridad de la sala.

Escapamos.

viernes, 21 de junio de 2013

A veces

A veces mi mente viaja
más allá de lo imaginable;
al futuro para verte
a veces conmigo, otras junto a mí.

A veces nuestras miradas se encuentran,
al igual que el sol y la luna en el solsticio.
A veces nos miramos fijamente
y recordamos para que nos encontramos.

A veces cuando nuestros labios se unen
se desaparece el mundo a nuestro alrededor
y como un sueño sobre nubes
volamos a lugares desconocidos.

A veces el fuego es eterno,
y la noche fugaz
puede más…

A veces cuando te escucho,
mi mente viaja…

más allá de lo imaginable.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Luna


Estas lágrimas insomnes me consumen ante tu ausencia,
estos cráteres de luna azul y roja
de la noche de sombras iluminadas.

Y la voz de un ave me llama:  
-No volverá más -me dice.
Los árboles me hablan de tu partida,
y esa luz que antes gritaba
se encuentra callada.

Hoy, solamente la luna permanece.  

sábado, 4 de mayo de 2013

Labios

Como la noche llena de estrellas
y el cielo gris plagado de nubes.

Como agua que
roza mis mejillas,
recorre mi rostro y
llega hasta mis labios.

Como mirar el infinito
y observar el sol poniente.

Como gotas de luz
y rayos de agua.

Como el sueño más dulce,
como alegría interminable:
me acaricia la lluvia de tus labios
sobre mi piel.

miércoles, 10 de abril de 2013

Roma

Recuerdo cuando alguna vez soñamos, o mas bien soñé, en vivir una vida juntos. En irnos por el mundo; viajando, sin rumbo ni destino. Pero siempre evitando aquel lugar, nuestro favorito mutuo sin saberlo, Roma. Concordamos en no gastar esta oportunidad de visitarlo, porque representaba la tentación y la infidelidad. Lo oscuro, lo morboso, lo malvado. Era el centro de nuestros pecados, por eso nuestro lugar favorito. Un día me dijiste que viajarías sin mí, aunque no me dijiste a donde. Yo confié. Te dejé ir. Me llamaste y descubrí por aquel sonido de fondo, que estabas en Roma. Que me estabas siendo infiel; que habías cedido ante la tentación. No podía expresarte mi llanto; mi enfado, a través de una pobre conexión telefónica internacional. Yo estaba en Monterrey y tu en Roma. Habías cedido y me pedías perdón. Pero a ti ya no te puedo perdonar ni siquiera quiero verte regresar. No vuelvas, no me llames. Mejor quédate en Roma.

jueves, 28 de febrero de 2013

Humanidad

En la penumbra aparece un hombre vestido de negro que te habla sin esperar respuesta tuya, lo escuchas y te dice:

"Adiós al deseo y la melancolía que nace con el ser humano, a los inmundos hábitos que te has forjado en tus años de supuesta existencia. A ese ciclo vicioso que envenena el alma pura, a aquellos eventos que en un conjunto conforman el suceso al que llamamos vida." 

Pronto termina de hablar y desaparece.

Te das cuenta que al fin despiertas que a lo lejos escuchas campanas y un eco. Te acercas a este sonido y de pronto se convierte en un grito ensordecedor que llama al lamento y llora por una penitencia, por el perdón que no le será concedido, buscas la voz y no la encuentras. Te das cuentas, después de varios minutos, que aquella voz que lamenta es la tuya. Te buscas a ti, corres desesperado. Te encuentras con un espejo que se convierte en ventana. Miras a través de esta ventana y te ves: Yaces en llamas sobre un lodazal, comienza el llanto y la desesperación. Buscas más allá del camino y de tu destino ya conocido. Te das cuenta que no hay donde ir, solamente puedes cruzar la ventana y acercarte a tu sufrimiento. Cruzas la ventana y las llamas comienzan a devorarte, no tienes salida alguna, sufres junto a ti; junto al eco que se convirtió en grito; junto a tu voz desesperada.

Y de pronto...despiertas sobre tu cama en tu habitación para ver el sol en el oriente y caminar por la banqueta de tu calle, la misma de todos los días. Te das cuenta que vives, pero queda un mensaje clavado en tu mente y escrito en la pared que se encuentra frente a tu cama, aquel que escuchaste en tu sueño:

"Adiós al deseo y la melancolía que nace con el ser humano, a los inmundos hábitos que te has forjado en tus años de supuesta existencia."